viernes, 24 de septiembre de 2010

Jueves 23 de Septiembre. Bienal de Flamenco 2010. Sevilla.Teatro Central. Cia. 8co80 Producciones. "Alejandrías, la mirada oblicua."

8co80 estrenaba un atrevido montaje en su puesta de largo en la Bienal sevillana. Una mezcolanza de textos clásicos, en el que daba cabida a Homero, Plutarco y Quinto Curcio Rufo. Y un planteamiento estético y coreográfico empapado de maneras contemporáneas. 
En lo musical nos encontramos ante una propuesta en la que el cante se articula como texto dramático. La partitura armónica dirigida por Raúl Cantizano procura una relación entre la rectitud flamenca, la vanguardia sonora del propio arte grande y los sonidos del otro lado del Mediterráneo. Una búsqueda inspirada en la unión entre Oriente y Occidente que el propio Alejandro el Grande intentase en sus conquistas.
El relato nace del cante de trilla, con Casandro increpando a Olimpia, madre de Alejandro, antes de su ejecución pública. Olimpia actuará como narradora durante toda la ceremonia desde una atalaya de madera.
Con Juan José Amador ejerciendo el  papel de Corifeo en los cantes, la seguiriya narra el nacimiento de Alejandro. Un ejercicio en el que la desmembración del baile se muestra como principal faro de la escena.
Por abandolaos se presenta Marcos Vargas como Hefestión, los pasos a dos nos reportan momentos de una energía altísima, y el acompañamiento de la zanfoña y el santur dan origen a una transición musical hacia los sonidos orientales.
Tras la nana con Alejandro dormido sobre la escena, la conquista de Persia se simboliza en la danza que Marcos Jiménez realiza en la piel de Bagoas, baile con un pie en el flamenco y el otro en las danzas de corte árabe, con un fuerte componente de ambigüedad sexual latiendo en todo momento.
La vidalita narra la acogida como hijo de Amón que Alejandro recibió en Egipto y enlaza con la aparición de Roxana, interpretada por una soberbia Chloe Brûlé. El combate por la conquista del poder y del amor, nos proporcionó unos momentos dramáticos de gran fuerza, con una tensión incrementada por la música y la partitura colectiva de los cuatro danzantes.
La trilla final propone con la muerte de Hefestión la decadencia de Alejandro y el fin de la abstracción de Olimpia, que vuelve al momento de su ejecución a manos de Casandro.
El espectáculo goza de una composición dramática pulcra y bien enlazada. No hay resquicios en este aspecto y tanto los textos como la partitura corporal están cargadas de un trabajo evidente.
Estéticamente el montaje es un portento, con un vestuario que tiene su punto fuerte en el vestido de Olimpia. Tres metros de tela desde los pies hasta el suelo, que cambian de color al antojo de la iluminación y que sirven de soporte para diversas proyecciones.
Las luces cumplen con creces, sin excesos y creando atmósferas de gran belleza. No hay elementos superfluos y las coreografías acrecientan las  sensaciones estéticas. Reseñar el exquisito trabajo de Chloe con la bata de cola.
Como valoración general cabe decir que si a algunos les parecía poco flamenco el trabajo de Rocío Molina de hace unos días, este les pondrá los pelos de punta. Orquestado desde una de las propuestas mas contemporáneas que un servidor haya visto, puede pecar de inhóspito y casi agresivo para el público ortodoxo.
La obra,  no conviene olvidar que estamos hablando de un montaje teatral, podría caer en un exceso de intelectualidad. Es difícil que alguien que no conozca un mínimo la historia llegue a captar completamente la línea argumental. El otro achaque que puede padecer es absolutamente lógico y subsanable, hay momentos en que el espectáculo se centra demasiado en la escena y se olvida del público. Algo razonable si partimos de la premisa de encontrarnos ante un estreno.
Una propuesta muy diferente, enraizada en la búsqueda de caminos teatrales para el flamenco que compañías como el Teatro Lebrijano o La Cuadra de Sevilla comenzasen hace unas décadas. Bien cocinado, pero probablemente no apto para todos los paladares.




Ficha:


Actriz, Olimpia- Ana Malaver.


Cante, Corifeo- Juan José Amador


Baile, Alejandro- Juan Carlos Lérida.


Baile, Hefestión- Marcos Vargas.


Baile, Bagoas- Marcos Jiménez.


Baile, Roxana- Chloe Brûlé.


Guitarra flamenca y Zanfoña- Raúl Cantizano


Santur y lira- Juan Manuel Rubio.


Batería, cajón y bedir- Antonio Montiel.


Violín- Fathi Ben Yakoub.


Dirección- David Montero.

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