El día amaneció ventoso, el anuncio del otoño arremolinaba hojas en la alameda y despeinaba los mechones vacacionales que algunos aun fijaban en sus cabezas. Pero el viento también se llevaba de una vez por todas los calores y empujaba las nubes cargadas de agua para limpiarnos de demonios y resquemores. A su llamada, el maestro del aire, Jorge Pardo ponía rumbo al Lope de Vega, y en la calle San Luis la brisa del mar se palpaba en el aire.
Disculpen la licencia novelesca para el arranque,pero la lluvia otoñal, el marco barroco y la soberbia propuesta de Diego Villegas en esta Bienal me han puesto de esta manera.
Diego Villegas, por si no lo saben, es el nombre del viento presente y futuro en este mundo del arte jondo. Es un fenómeno con un pulmón del color del jazz,otro del color de la música clásica y un alma enraizada en el flamenco. Es un vendaval, una tromba de aire fresco y de personalidad, que por si fuera poco se planta en escena cargadito de sencillez y de humildad.
A su lado, escudandolo y en franco dialogo, se dejan sentir Pedro Pimentel, Daniel Arjona y Carlos Merino, que parecen ser perfectos marineros para navegar con ventisca.

Se hablará seguramente de su futuro, del brillante mañana que le espera,pero a un servidor, quien sabe si por culpa del levante marinero,le parece que a lo que Diego Villegas deber aspirar es al presente. Su música ya es un hecho,una bellísima perla digna de ser disfrutada y aplaudida.Esperemos que mis palabras no se las lleve el viento.
Saxo,armónica,flauta y clarinete: Diego Villegas
Guitarra: Pedro Pimentel
Bajo: Daniel Arjona
Percusión: Carlos Merino
Artistas invitados: Ana Gómez y Javier Ruibal
Texto: Javier Prieto
Fotografía: Óscar Romero. Archivo fotográfico Bienal de Flamenco.
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