Isabel Bayón lo ha vuelto a lograr en la Bienal, cuatro años después de "En la horma de sus zapatos" y con la única mudanza de Juan Requena por Paco Arriaga en el bloque escénico. Isabel como ya ocurriera en 2010 embelesó al público que llenó el Lope de Vega anoche.
Y lo hizo desde una propuesta podríamos decir conceptual, una propuesta que tenía como centro de las miradas al Tiempo, así, con mayúsculas. Ese dios que para los fenicios se llamaba El, para los griegos Chronos y para los flamencos además de regir el paso de los años rige el devenir de las músicas y se llama Compás. El tiempo expresado en toda su magnitud es lo que vino a contarnos la bailaora sevillana.
Y empezó desde el tic-tac de los relojes,a varias velocidades distintas, descalza, para encontrarse el espíritu de Mario Maya en una silla. Curiosamente Rafaela Carrasco también ha homenajeado a Mario en esta bienal de la misma forma.Y los cinco hombres con los que se subió a las tablas le dieron replica poniendo el tiempo de abandolaos en las palmas. Isabel encaró al patio de butacas y se arrancó al zapateo, que como sucedería desde ese momento en adelante y como los relojes anunciaban, se fue adaptando a distintas velocidades y con ello a distintas épocas de la danza flamenca. La guitarra de Jesús Torres se ciñó al baile y el baile se ciñó a la guitarra para la malagueña de Chacón,ventajas de que amar y trabajar sean sinónimos.Y después se vino Málaga con todos los verdiales juntos, al vértigo y a la fiesta.
La Farruca tuvo los mismo derroteros,un primer apunte de lo que David Lagos nos vendría a regalar unos minutos mas tarde, cante en solitario. Sombrero cordobés en ristre Isabel le bailó, antigua como el mismo tiempo, a la guitarra de Sabicas y cuando la voz de Londro se arrancó, Isabel ya estaba en pleno siglo XXI a una velocidad vertiginosa.
Llegaron las guajiras, las cientos que bailó en diez minutos, flotando la del maestro Lucía, se vino el pericón y la curva y la sensualidad y el beso, como hace cuatro años, el beso a Jesús en los labios.
Y ahí andábamos embelesados cuando sonó la voz del maestro Vallejo y la sonanta del maestro Montoya, y apareció Antonio el bailarín, bailando por martinete al pie del tajo de Ronda. Isabel bailaba con todos y en la pausa Londro cantó por seguiriyas y David Lagos se lanzó al vacío, cantó inmenso dejándonos a todos con el cuerpo destrozado. Isabel se fue al martinete y a decir aquí mandó yo, con cinco hombres como cinco armarios rodeándola al tiempo de las palmas y los cantes al aire.
Para el final Isabelita, 35 años atrás, apareció proyectada bailando con bata de cola rosa, mientras que Isabel Bayón, 35 años después emergía con bata de cola rosa para bailarse unas cantiñas de las que quitan el hipo, de las que ponen una sonrisa al que las ve y que puso una sonrisa a los que la estaban tocando.
El espectáculo,redondo, acabó con la protagonista emocionada dedicando de viva voz lo que había ocurrido a sus padres, sentados entre el público, por haber contribuido a que ella este hoy bailando en los escenarios de medio mundo. Un final que también delata el paso del tiempo, que también confronta el ayer el hoy y el mañana.
No hay peros a este "Caprichos del tiempo", si hay pero la descompensación en el sonido, con guitarras y zapateo a un volumen muy bajo. El cajón y las palmas sonaban sobre todo lo demás y el desacierto técnico apunto estuvo de llevarse por delante un espectáculo sobresaliente.
Ficha:
Baile: Isabel Bayón
Guitarra: Jesús Torres, Juan Requena
Cante: David Lagos, Miguel Ángel Soto ‘Londro’
Percusión: José Carrasco
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