Antonio Reyes y Rancapino se presentaron en el festival jerezano con repertorios muy similares. Antonio con voz limpia y fluida; Rancapino con ecos oscuros y fuerza. Antonio abrió por soleá, un poco precipitado en el comienzo de la primera letra pero solventando rápidamente los problemas y cantando muy cómodo. Cristalinos el acompañamiento y la voz. Por tangos nos cantó ‘El día que nací yo’ y nos rememoró a Camarón. Bien en la seguiriya alargando los tercios. Fandangos micrófono en mano y, como sorpresa final, una zambra compuesta por Paco Cepero a quien se la dedicó, muy caracolera y muy celebrada por el público. Demostró un gran manejo de los silencios y buen gusto en el cante. Antonio Higuero acompañó muy notablemente al joven chiclanero, con maneras muy clásicas por momentos y arriesgando en las tonalidades como en la salida de la seguiriya. Aires añejos Rancapino nos trajo –como ocurrió con Pedro Peña e Inés Bacán– sonoridades viejas, excelentemente acompañado por Fernando Moreno. En la malagueña con que abrió ya nos avanzó lo que nos esperaba durante toda la actuación, un Rancapino que se dejó el alma en cada tercio. Por alegrías pasó de la maestría rítmica que atesora a romperse en las letras altas. El manejo de los límites rítmicos y la búsqueda del límite del compás fueron la dinámica de una brillante soleá, también dedicada a «su primo» Paco Cepero que emocionó al respetable. Ronda de fandangos para volver a dar el do de pecho y romperse la voz para alcanzar los finales. Por bulerías se gustó en tonos mayores y menores. Y cuando ya parecía que se acababa el recital nos regaló unas seguiriyas con una salida excepcional y una segunda letra que arrancó los jaleos de la bodega. Rancapino demostró estar envejeciendo formidablemente. Sigue luchando con sus límites para dejarlo todo en el escenario.
Ficha:
Antonio Reyes
Guitarra: Antonio Higuero
Palmas: Diego Montoya y Tate Núñez
Rancapino
Guitarra: Fernando Moreno
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