Última tarde de baile en la Sala Compañía en esta edición del festival. La asistencia de público fue probablemente la menos numerosa en estas dos semanas y el ambiente se vio algo deslucido. Pepe Torres volvía al festival tras acompañar el ‘Negro como la endrina’ de Inés Bacán y los Peña. Si en la cita con la familia lebrijana comenté que su actuación había estado algo fuera de lugar, en la tarde de ayer no pudo ser más acertada su presencia en el escenario. El Galli y Guillermo Manzano abren la velada por tonás. Moi de Morón y Luis Moneo hacen lo propio por seguiriyas. Pepe se planta en el escenario, traje negro, camisa negra y corbata blanca. Echa raíces al suelo y empieza a bailar. Es todo sobriedad y rectitud, de cuerpo y de baile. Agarra su chaqueta y sólo la suelta para rematar algunos momentos de las letras. La velocidad sube y Pepe mantiene el tipo, el cuerpo en alto y los pies volando sobre la madera. Para darse un descanso deja a los cuatro cantaores desgranando tientos-tangos, todos se gustan y se jalean. Soberbio El Galli. De nuevo Pepe en escenas sentado en silla de enea junto a una mesa negra. Traje negro, camisa blanca, sombrero negro y pañuelo a lunares blancos y negros. Moi se rompe por soleá y Pepe marca en la mesa compás de nudillos. Al levantarse se vuelve a plantar, se clava en el escenario. Y desde ahí, desde la quietud comienza a crear el baile. Con contención y una explosión en las palmas de las manos. La soleá crece a bulería y Pepe arroja el sombrero, baile rápido en poco espacio. Remates y desplantes. Fin de fiesta y el público en pie. El cante estuvo a gran nivel y las palmas fueron impresionantes. Se antojó corta la actuación. Voces negras y baile negro, esta vez sí, como la endrina. Pepe merecía estar al menos en el ciclo ‘Solos en Compañía’. El baile de Almudena Tras el vendaval del moronense, le tocó lidiar con la resaca a Almudena Serrano. La de El Puerto de Santa María arrancó algo nerviosa por tarantos. Con un vestuario que lució más en los giros que en el taconeo no terminó de conectarse con el público. Pecó de repetitiva en algunos cierres, pero solventó la papeleta con un buen posicionamiento físico. Chano Carrasco a la guitarra condujo el segundo número por bulería acompañado por Miguel Rosendo, Antonio ‘El Purga’ y El Galli. Para finalizar, y tras una introducción por toná a cargo de Miguel Rosendo, Almudena bailó por seguiriyas. Con más calma que en el primer baile, mejoró en los pies y supo repartir correctamente las energías en los momentos precisos del baile. Mención aparte merece el cante de El Galli, que estuvo soberbio en las dos actuaciones, no así Antonio El Purga, que se excedió en el cante permitiéndose algunas licencias más propias de la copla que de la jondura que pretendía transmitir Almudena con la seguiriya. El final, con los tres cantaores superponiendo cabales, fue el momento de más fuerza del repertorio, dejando finalmente al público con un sabor agridulce en los labios. Sólo pudimos ver a Almudena al final: una lástima.
Ficha:
Pepe Torres
Guitarra: Rafael Rodríguez y Eugenio Iglesias
Cante: Luis Moneo, Guillermo Manzano, Miguel “El Labi” y Moy de Morón
Almudena Serrano
Cante: El Galli de Morón, Miguel Rosendo y Antonio El Purga
Guitarra. Sebastián Carrasco y Miguel Iglesias
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