Cuando en 1995 Carlos Saura presenta "Flamenco" expone con limpieza un viaje que nos transporta por las diferentes sensibilidades del arte grande.
Un esquema redondo que camina de Jerez a Huelva, de Triana a Cádiz, de Utrera al Sacromonte, del flamenco más jondo a las nuevas formas de decir y danzar.
La nómina de maestros era también digna de mención. La Paquera, Farruco, Chano Lobato, Carmen Linares, Rancapino, Agujetas, Chocolate, Manuela Carrasco, José Meneses, Fernanda, Paco Toronjo, Mario Maya, Enrique Morente, Manolo Sanlúcar, Paco de Lucía...
Quince años más tarde, Saura decide revisar la propuesta y emborrona un trabajo que supuso un hito en la difusión de nuestro arte.
La proposición de este "Flamenco Flamenco" deambula sin ton ni son corporizando una visión absolutamente "light" de la escena flamenca. No profundiza como su antecesora en ofrecer una visión real del flamenco según se entiende en cada zona geográfica, ni nos oferta un vistazo a la evolución del cante, el toque o el baile.
Se trata de hora y media de videoclips,más o menos acertados, en los que la búsqueda de la estética visual es tal que, en un afán de acercamiento extremo, Saura consigue que dejemos de ver el baile.
En la parte positiva, la enorme soleá de Eva la Yerbabuena con un inconmensurable José Valencia en la última letra del baile. La guajira dulcisíma de Arcángel acompañando a Paños y Estévez. La alegría soberbia de Manolo Sanlúcar, las bulerías de Carpeta, Paco de Lucía interpretando "Antonia" junto a La Tana y poco más.
La jondura más evidente la representan la Saeta de María Bala y el martinete y toná de Mercé. Y los puntos de mayor evolución son el "Silencio" de Israel Galván y el garrotín de Rocío Molina.
Poveda lo hace bonito en una copla por bulerías y participa en una atrocidad estética en forma de nanas junto a la Yerbabuena. Un número que podría ser histórico y que el abuso del primer plano hace añicos.
El fin de fiesta por bulerías cierra el documental tal y como empezaba el primero, con la algarabía de Jerez representada por Moraito y Jesús Mendez.
Entre los errores de bulto, el primero es presentar el piano flamenco y no hacerlo de la mano de Chano Domínguez. Sin desmerecer el trabajo de Diego Amador, dejar fuera a Chano es como prescindir de Paco de Lucía en una representación de la guitarra flamenca.
La enésima revisión de "La leyenda del tiempo", esta vez a cargo de Pastori y Tomatito, lleva el emblemático himno camaronero a la radiofórmula más prescindible y no aporta nada que merezca la pena.
Estrella Morente hace de nuevo gala de un divismo superlativo, mientras que los tangos se quedan a medias. Y Farruquito vuelve a pinchar en la propuesta musical, que no en el baile.
Las dos coreografías de Javier Latorre sirven para ver cómo se puede zapatear en una marcha procesional; y para presentar al mundo a Karen Lugo, protagonista absoluta de "El tiempo" con la música de Juan Carlos Romero, un nuevo ejercicio de primeros planos que castran completamente el baile
Correctas sin más la alegría de Sara Baras y la soleá por bulerías de Montse Cortés.
Flamenco Flamenco se posiciona de lado del efectismo más baldío. Olvida que lo que hace que este arte conmueva y desate pasiones es la verdad que encierra en lo más hondo del estómago. No da cabida al cante ortodoxo, olvida la seguiriya, la malagueña, la granaína....
La apuesta por caras jovenes obvia el trabajo que los mayores han venido desarrollando para cimentar la escena de la que hoy podemos disfrutar, no hay referencias al flamenco clásico.
Desgraciadamente y pese a las expectativas creadas Saura ha facturado un documental desprovisto de contenido y que no hace justicia al arte que representa al pueblo andaluz en el mundo.
Javier Prieto.
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