miércoles, 9 de marzo de 2011

Manuela Carrasco. Suspiro Flamenco. Martes 8 de Marzo. XV Festival de Jerez. Teatro Villamarta.

Festival de Jerez/Javier Fergo.
Al salir del teatro andaba cavilando en si un solo baile vale el precio de una entrada. En el caso de que la bailaora sea Manuela Carrasco es muy probable que el baile valga lo que ella pida. Manuela bailó a suspiros, tres pinceladas en un cuadro caótico. Pero en la última de ellas pintó una obra de arte.
La silueta de la bailaora ya fue motivo de aplausos de un público rendido de antemano. Manuela quiso arrancar festera, puro genio hizo saltar la peinetilla en el primer movimiento de la cabeza. Acompañada en escena de ocho hombres, Manuela dejó claro que "esta noche mando yo". No imagino una figura más adecuada para representar a la mujer flamenca en el día de todas las mujeres.
El cuadro de baile fue otro cantar, por caña cada uno pareció ir al compás que buenamente podía y la descoordinación grupal arruinó cualquier expectativa de montaje bien trabajado que pudiésemos albergar. Carbonell y El Choro parecía estar más atinados pero el embrollo era demasiado complejo para poder darle solución.
El cante se fue a Huelva para fandanguear sin más apoyo que los nudillos sobre la madera. Rubio de Pruna se mostró especialmente inspirado y dejó el terreno preparado para que La Diosa volviese a escena.
Colores de capote para el vestido y capote de colores para arroparse. Manuela suspiró por alegrías, en una escobilla arrebatadora, tomó aire en un silencio casi inexistente y volvió a aumentar la intensidad hasta el cierre.
La platea jaleaba cada movimiento y la bailaora volvía a abandonarnos al desconcierto.
La coreografía de tangos hubiese estado abocada a la calamidad si los bailes individuales de Carbonell y Choro no hubiesen salido al rescate. De nuevo imprecisiones y errores de bulto que evidenciaban insuficiente rigor en el trabajo de ensayos.
La Susi, como invitada especial, se echó hacia adelante con la vidalita de Marchena. La búsqueda de la flamencura no estuvo acompañada de la fortuna y el cante se evaporó algo deslucido.
Pero cuando la guitarra sonó por soleá sabíamos que allí iba a ocurrir algo enorme. Manuela salió casi parada, escuchando el cante en actitud desafiante. Arrastró la cola y puso los brazos en el cielo. Lo demás es la historia viva del flamenco. Baile por soleá como uno imagina que debe ser, el ideal del arte puro en un suspiro de tres minutos escasos.
El motivo por el cual a Manuela la llaman y llamarán La Diosa.
Y ya no hubo más. Manuela se marchó entre vítores tras un espectáculo de una hora escasa, un suspiro.
Y cavilando nos marchamos del teatro, imaginando qué prodigio podríamos contemplar si a Manuela le apeteciese ponerse en manos de un director escénico. Estariamos a salvo de errores coreográficos, una pobre puesta en escena o un diseño de luces que no saca provecho a una bailaora de su valía.
Pero Manuela será genio y figura hasta la sepultura, su baile ya es suficiente milagro.


Ficha:

Baile:
Manuela Carrasco.


Cuerpo de baile:
El Choro. 
Juan Montoya.
Carlos Carbonell.
Oscar de los Reyes.


Cante:
Enrique el Extremeño.
Rubio de Pruna.
Manuel Tañé.
Emilio Molina.
La Susi (artísta invitada).


Guitarra:
Joaquin Amador.
Manuel de la Luz.
El Ñoño.


Percusión:
José Carrasco.


Texto:
Javier Prieto.



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