viernes, 4 de marzo de 2011

Compañía Javier Latorre. El Duende y el Reloj. Jueves 3 de Marzo. XV Festival de Jerez. Teatro Villamarta.

Festival de Jerez/Javier Fergo.
La adaptación del cuento de Phillipe Donnier que Javier Latorre presentó anoche en el Teatro Villamarta está lejos del idílico mundo de imágenes que el cuento nos muestra. La propuesta escénica es, desgraciadamente, criticable casi en todos sus puntos.Y la propuesta artística, a pesar de ser notable e incluir nombres propios de peso, queda solapada por algunos errores en la dirección.
Deberíamos partir informando, a quien no lo conozca, que El Duende y el Reloj es un cuento de carácter educativo, dirigido esencialmente al público infantil. El espectáculo de Latorre no tiene trazas para ser representado para adultos en el Teatro Villamarta. Pero, y aquí me gustaría desmarcarme de la opinión de mis compañeros de prensa en este festival, tampoco es apropiado para niños. El mayor de los defectos que presenta es precisamente ése, no está definido el público al que se dirige y  en consecuencia difícilmente puede llegar a los espectadores.
La historia que se nos propone versa sobre el aprendizaje del flamenco a través de la rítmica. El Duende, interpretado por Karen Lugo, ávido de aprender, va tomando lecciones de compás bajo la batuta del Reloj. Diversos personajes como Descartes, Leonardo Da Vinci o Sálvador Dalí refuerzan con sus aportes pedagógicos los recursos que el protagonista va adquiriendo.
Cada nuevo descubrimiento rítmico da lugar a los palos del flamenco, que son bailados por la compañía a modo de demostración didáctica.
Las interpretaciones de los personajes, incluyendo al Duende, están enfocadas a priori a un auditorio infantil. Las nociones pedagógicas, sin embargo, se resuelven de una manera tan apresurada que no dan lugar a que la asimilación sea sencilla. Sobre todo, debido a que las coreografías, orientadas a adultos, no apuestan por la ejemplificación clara del ejercicio rítmico que se realiza. 
El ritmo dramático se ve incesantemente quebrado, no hay un atisbo de continuidad entre escenas. Tanto a nivel escenográfico como de vestuario el montaje no luce. La animación del reloj y la voz entre aniñada y cavernosa que lo acompaña no le hacen justicia al personaje del cuento. El vestuario de Karen Lugo ni la equipara al colorido Duende del libro original, ni la ayuda a ornamentar los bailes. El del resto de la compañía carece de personalidad y en concreto el cuerpo de baile femenino muy deslucido.
Festival de Jerez/Javier Fergo.
El uso de música grabada resta protagonismo y sentido a los músicos que lo hacen en directo. Lo grabado era perfectamente ejecutable in situ.
Los aspectos positivos, que también los hay, se cimentan en las actuaciones individuales de algunos intérpretes.
Karen Lugo, sin más apoyo que su cuerpo, aporta una interesante soleá. Cristian Lozano, que encarnaba a Descartes, luce por Farrucas. El propio Javier Latorre acierta por fandangos  y logra hacernos creer que Dalí podía bailar por bulerías.
Las guitarras en directo de Gabriel Expósito y Luis Medina fueron lo más destacado de la noche. 
Latorre y Quero nos se han mostrado muy atinados. Es esencial que se tenga en cuenta al público antes de emprender una producción de este calibre. Es esencial ajustar las interpretaciones al auditorio al que uno se dirige y desde esta idea, planificar una dramaturgia y una partitura coreográfica acorde. Sin esos pilares no hay hay garantías para que un espectáculo pueda sostenerse en pie.


Ficha:

Dalí: 
Javier Latorre.

Duende:
Karen Lugo.

Leonardo Da Vinci:
Ricardo Luna.

Niño de Archidona:
David Pino.

Descartes:
Festival de Jerez/Javier Fergo.
Cristian Lozano.

Cuerpo de baile:
Aida Gil.
Hugo López.
Irene Lozano.
Encarna López.
Alejandro Rodríguez.
Berta Temiño.

Cante:
Antonio Campos.

Guitarra:
Gabriel Expósito.
Luis Medina.

Percusión:
Juanfra González.



Texto:
Javier Prieto.


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