 |
| Festival de Jerez/Javier Fergo. |
Para abrir boca nos regaló alegría y cantiñas mostrando desde la primera nota un dominio rítmico imponente. Letras por arriba ligadas en sus momentos álgidos, respiraciones para crear silencios de esos que cortan el aliento. Y un juego de volúmenes que despejaba la incógnita que los que no lo conocían pudiesen albergar sobre el cantaor de Los Palacios.
En el taranto sosegó el pulso, dilató las letras y le puso seda a la melodía. Razones más que suficientes para el galardón que se le concedió en Las Minas.
Y cuando ya había entrado en calor y nos había encendido a todos, se arrancó por Alcalá para la soleá. Letra tras letra se fue encontrando cada vez mas cómodo y fue apurando el cante hasta los limites. Tan cómodo que se despachó con quince minutos de inspiración pura.
Por bulerías esgrimió una estrategia calcada y el resultado fue igualmente sobresaliente. No sabemos si por casualidad o ensayo, tuvo que girar en redondo con el tono al entrar la guitarra. El efecto, fabuloso, dejó al respetable estupefacto. Con ecos del Turronero y nuevos virajes en el volumen puso el Palacio a sus pies con una ovación cerrada.
Terminando el recital, rescató de su reciente trabajo discográfico una ronda de fandangos dedicada al maestro Paco Toronjo que, debido a la insistencia general, tuvo que apuntillar con una última letra cuando ya se batía en retirada.
Servidor, que ha tenido la fortuna de escucharlo en varias ocasiones, se quedó con las ganas de escucharlo por malagueñas, rondeñas o seguiriyas. Palos que domina con la misma soltura que los que interpretó.
No olvido el trabajo maravilloso de Manuel Herrera a la guitarra. Miguel lo presentó como «más que un hermano». Una realidad que visualizamos en la unidad absoluta que mostraron en la tarde del palacio.
Ficha:
Cante:
Miguel Ortega.
Guitarra:
Manuel Herrera.
Palmas:
Tate.
Diego Montoya.
Texto:
Javier Prieto
Publicado en La Voz de Jerez:
No hay comentarios:
Publicar un comentario