Una vez que los dedos tomaron temperatura la guitarra se fue en Tagrabu a un paseo entre la taranta y la granaína rematado en un rítmico seis por ocho lleno de paisajes melódicos. Por seguiriyas el recital se volvió asombro. Un ejercicio soberbio de contrastes sin abandonar la estructura formal del palo. Tonos, ritmos, silencios y hasta el sonido de arrastrar las yemas por las cuerdas dieron cuerpo al momento álgido de la velada.
Con la buena disposición que consiguió crear en el auditorio, Migel Ángel se nos mostró por alegrías, dejando los ecos de "A que sabe la vida" flotando en el ambiente, ecos que precisamente Arcángel escuchaba desde el patio de butacas.
Bulerías mediantes, el guitarrista granadino despidió la primera mitad del espectáculo haciendo referencia a Esteban Sanlúcar y ese Panaderos Flamencos que popularizase Paco de Lucía.
El retorno a las tablas fue otro cantar. La guitarra buscó el apoyo de cante,compás y una segunda sonanta. Pero el esfuerzo careció de suficiente pegada y para colmo de males Joselito Fernández se lesionó en su baile dejando al cuarteto cojo de una de sus patas y tratando de no irse a la deriva. Tan solo De Graná pa Sevilla se salvó de la quema y pese al buen hacer de Niño Martín, pocos detalles más podemos rescatar. Miguel Ángel se empleó a fondo pero se vio superado por unas circunstancias que hicieron languidecer la propuesta más heterodoxa, aunque ello no sea óbice para felicitarnos por la primera magnifica parte del espectáculo.
Ficha:
Guitarra
Migel Ángel Cortés, Niño Martín.
Cante
Maqui Fernández.
Bailoe y compás
Joselito Fernández.
Texto:
Javier Prieto.
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