viernes, 30 de marzo de 2012

Rocío Márquez, Laura Vital, Niño de Elche y Manolo Franco.Convivencias. Lunes 19 de Marzo. Flamenco Viene del Sur. Teatro Alhambra. Granada.

Fotografía: Antonio Conde.
La fusión de cantes, la unión de lo jondo, la estética musical al servicio del cante y una guitarra. Un cuadro vivo, un fresco que destella sonidos. Así fue el espectáculo que presentaron Rocío Márquez, Laura Vital, Niño de Elche y la guitarra de Manolo Franco. Un concepto musical de sobra conocido, que no manido, con una puesta en escena limpia, vacía pero llena de contenido musical. ¿Y para qué más? Todos los elementos apuntando hacia una misma dirección. La secuencia argumental giró en torno al cante y el toque más tradicional. Un recorrido por los cantes básicos, una ida y venida cantaora, del compás al aire libre.

Los cenitales marcaron los espacios de los protagonistas, en tanto que la seguiriya hace acto de presencia. De aquí a los tangos. Son tres voces que juegan excelente bien con la musicalidad de estos cantes. Un concepto bien estructurado que, a pesar de mantener un mismo guión y prevalecer a lo largo de la noche, tuvo momentos de pérdida. Los espacios en solitario y cuyo protagonista armonizó con la guitarra sobraron. Son tres válidos cantaores con un repertorio más que extenso para descansar entre actos. A pesar de esto, el placer de escuchar una guitarra de acompañamiento magnífica como la de Franco en una improvisación por granaínas valió la pena.
 Del fandango de Macandé en la voz de Vital a los lances republicanos de Rocío en una apología política de la historia de España. De la temporera del Niño de Elche a los tientos de Laura. Lo más destacado, sin duda, fue el recorrido estilístico en el que se embarcaron los cantaores. De la guajira vida mía del Sr Reina que ya hemos escuchado en algunos espectáculos anteriores (Javier Barón 2011) a malagueñas; y en la misma estela los fandangos de Cepero, largo del Carbonerillo y parada  en la toná. Pregones, bulerías y fandangos a tres voces, con ecos caracoleros. Y Aquí es donde se paró todo. Ajenos al escenario, en las escaleras, entre el público, los tres artífices entablaron una conversación ciertamente estridente, en un alarde de ayeos, que más que sumar restaron. Un final por bulerías entre Utrera, Jerez y San Fernando (Niña Pastori) y una pose final estudiada que dejó el regusto necesario para entender el mensaje global del espectáculo.


Texto y fotografía: Antonio Conde.

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